LoS DuQueS De aLBa Y Su CoRTe
La FoRJa De uN LiNaJe

La historia de Alba de Tormes cambió para siempre el día en el que Juan II de Castilla se la ofreció, como recompensa por los servicios prestados, a Gutierre Álvarez de Toledo Ayala, hombre de notable inteligencia y gran capacidad de maniobra política, en aquel momento obispo de Palencia. Corría el año 1429 y los Álvarez de Toledo llevaban más de trescientos años enredados entre reyes, haciendo favores y ganando batallas para unos y para otros. Pero el caso es que ese día los destinos de Alba y los Álvarez de Toledo quedaron tan firmemente unidos que dieron lugar a la estirpe nobiliaria más importante de la historia de España: la Casa de Alba.

Gutierre llegó decidido a convertir la localidad en un centro de poder que fuera lo más fuerte posible ante el que ejercían los reyes. Así que Alba comenzó entonces un profundo periodo de renovación que dio como resultado más visible la transformación de su castillo en una imponente fortaleza ubicada en lo más alto del lugar.

La enorme influencia lograda ya entonces por la Casa de Alba se acrecienta con el nombramiento en 1439 de su sobrino, Fernando Álvarez de Toledo, como I Conde de Alba en compensación por los servicios que este había prestado a la Corona. Pero será otro Fernando Álvarez de Toledo, conocido como el Gran Duque de Alba por la enorme repercusión de sus hazañas bélicas y actuaciones en favor de las artes y las letras, quien en el siglo XVI convierta la localidad en un importante núcleo de vida cultural que atrajo en su momento a notables pensadores, poetas o escritores en busca de mecenazgo o protección.

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