BasÍlica DE Santa Teresa
UN GRaN eSPaCio PaRa La PeReGRiNaCióN

A finales del siglo XIX resultaba evidente que Alba de Tormes no contaba con un templo amplio en el que acoger un volumen de peregrinos que, deseosos de visitar el lugar donde falleció Santa Teresa, aumentaba año tras año. Esa fue la razón que llevó al padre Cámara, entonces obispo de Salamanca, a impulsar en 1898 un proyecto de enormes proporciones que, por diferentes motivos, aún hoy permanece inacabado. Tras adjudicar el encargo al arquitecto Enrique María Repullés y Vargas, la primera piedra fue colocada la tarde del 1 de mayo de ese año.

Las obras siguieron un ritmo desigual hasta el año 1933 en el que, debido a los avatares de la Segunda República Española, quedaron interrumpidas a la altura del arranque de las bóvedas. La mayor parte de la construcción que hoy podemos ver corresponde a ese primer impulso constructivo.

En realidad se trató de un largo parón que duró hasta que la visita del papa Juan Pablo II en 1982 revitalizó la idea de que Alba de Tormes debía contar con un gran templo para acoger peregrinos. Con este ánimo, a finales del siglo XX y comienzos del XXI volvieron a estudiarse nuevos proyectos. Desde el primer momento se vio que, más de 100 años después del inicio de las obras, era imposible retomar el proyecto original tal cual. Lo que se hiciera debía tener en cuenta las nuevas circunstancias sociales y económicas. Precisamente son éstas las que llevaron a realizar, recientemente, un nuevo esfuerzo económico para acondicionar lo ya realizado, dotando la estructura de una gran cubierta que hiciera posible, al menos, disponer de parte del espacio construido hasta entonces.



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