La película surge de una situación que me pasó a mí y que fue el desencadenante. Fue un problema con un vecino que empezó a hacer un agujero en la pared. Fue el disparador de la idea para contraponer dos mundos antagónicos, dos personas que viven a unos metros pero que son distintas, y poner sobre la mesa tópicos existenciales del mundo contemporáneo como la posibilidad de poder ver realmente al diferente, poder comprenderlo, la tolerancia, etc. [...] La casa de Le Corbusier hace que toda la historia sea más dramática porque no es una casa común, una vivienda común. La agresión que hace un personaje al otro implica a una obra maestra de la arquitectura moderna. (Andrés Duprat, guionista)