La obra, ubicada en espacio público, es el resultado de un proceso artístico participativo que ha contado con la implicación activa de vecinas y vecinos del pueblo a través de talleres de cerámica, generando un espacio de encuentro y creación colectiva. A partir de formas orgánicas y abstractas, el mural establece un diálogo con el entorno natural, invitando a una experiencia sensorial cambiante y abierta. Concebida como una pieza site-specific, esta intervención combina cerámica, arquitectura y ensamblaje desde un enfoque contemporáneo, incorporando elementos en permanente transformación ¿luz, clima, sonido¿ que otorgan dinamismo a la obra. Su carácter colaborativo y modular simboliza la unión de lo individual con lo colectivo. Durante el proceso, el colectivo ha contado con el acompañamiento y la mentoría del alfarero Gerardo Cambronero, figura clave en la transmisión de esta artesanía y en la exploración de técnicas de cocción en desuso y métodos experimentales, como el uso de un horno de foso alimentado con residuos orgánicos. Además, el proyecto ha integrado la reutilización de fragmentos cerámicos descartados, en una apuesta por la sostenibilidad, el aprovechamiento responsable de recursos y una mirada regenerativa sobre el territorio.