Alfonso Cuñado

Hace veinte años que Alfonso Cuñado no exponía en esta sala de exposiciones de la Diputación de Salamanca, La Salina, y en este tiempo eso quiere decir que este pintor salmantino ha iluminado su obra internacional en una impecable maestría. Hoy, su trabajo es reconocidísimo en numerosos países, especialmente en Asia, en Shanghái, Taiwán, Taipéi, donde es considerado un consumado y prestigioso artista. Aquí también se reconoce a Alfonso Cuñado como uno de los grandes pintores de los últimos años en cuya obra, como indica el profesor Eduardo Azofra, "se encierra una luminosa, excitante y embriagadora pintura".
En el patio del colegio Maestro Ávila, el dibujante Cuñado comenzó una carrera dilatadísima de la mano de su recordado profesor Celso Vicente. Desde entonces, ha configurado una mirada tan especial como mágica y tan atractiva y seductora como profunda. Si en la anterior exposición en esta misma sala él mismo se refirió a las ensoñaciones, hoy aquellas se encuentran en la mirada caleidoscópica que muestra en estas mismas paredes. Así, en palabras de la escritora Sela del Pozo, "Cuñado no busca la sorpresa o el impacto visual, sino la comunión entre el artista y sus representaciones, entre unos motivos esclarecidos y un velo técnico sutil y trabado".
La obra de este artista salmantino nos alivia ante los tiempos que vivimos pues la mirada sobre sus cuadros nos invita a desvelar la magia que él mismo ha velado a través de las espátulas y de los colores. De su constancia como pintor y de su inspiración sobre la realidad misma nace la obra que hoy nos seduce en estas paredes, como una hermosa película, ya sea en una escena de campo de encinas y toros o en las calles de una ciudad, de día o de noche. La obra de Alfonso Cuñado tiene la magia del título que hoy nos presenta: un caleidoscopio.
[Texto de F. J. Iglesias García. Presidente de la Diputación de Salamanca]