Los conjuntos de instrumentos de viento florecientes en el siglo XVI: chirimías, cornetas, bajones y bajoncillos, sacabuches, orlos, flautas, etc., tañidos por compañías de ministriles, se sumaban junto a la percusión a crear un ambiente único, y contribuyen a dar una sonoridad propia y exclusiva de este momento de la historia, añadiéndose a una combinación que difícilmente hoy día se puede escuchar en los escenarios que tratan de recrear el ambiente musical de esta época.